jueves, 5 de enero de 2012

"La noche perfecta para morir por amor" - "The perfect night to die for love"

 

La noche era perfecta para salir, hacía mucho frío. Era la típica noche de miedo, noche de luna llena. Esta comprobado mediante estadísticas policiales que cuando hay plenilunio los asesintatos aumentan notablemente, es como si el mundo se transformara en un lugar esquizofrénico, como si los corazones flaquearan, según dicen los entendidos, los sentidos se agudizan y se vuelve mas profundo todo, el mundo se desquicia y se entrega a la luna y se rompe el alma adulándola.
Parado sobre la cúpula de una iglesia, dejo de pensar ya era hora de la cacería, asi que agitó sus alas, y sonrió. La madre luna iluminó por unos segundos al reluciente colmillo y destelló en la mágica noche. Alzó el vuelo y emprendió la búsqueda. El vampiro ya no quería a cualquiera, ya no le daba igual, los primeros años de convertido la sed lo llevaba a ser insaciable, luego de varios siglos, la sangre se había convertido en un bien que debía seleccionar, como el mejor vino. 
Ahora ya sólo buscaba a jóvenes  mujeres que fueran frágiles y a la vez muy bellas. En su mente penso que los tal vez los vampiros y humanos no eran tan distintos, sólo cambia el producto a elegir.
Sabía que la gente no sale en noches así. Con el frío, ese frío congelado que te rasga los huesos y duele como mil cuchillos, ese frío en el que se pudren los pordioseros a los que se les tira una moneda para no ver la realidad de su existencia. El viento que agita todo, y revuelve todo, incluso las conciencias de la gente que esas noches pasea por las calles.
Noches como esta en que la gente se esconde en su casa. Se tapan con una sábana y muchas frazadas para esconderse debajo de ellas. El vampiro pensaba que cosas más estúpidas les hace hacer el miedo a los humanos . Cómo si la sábana fuera un escudo. Por eso, aquella noche, nadie pasaba por la calle. Dos o tres hombres de esos que consumen su vida de bar en bar, maltratando su putrefacto hígado, porque la vida hace tiempo que les echó a patadas de ella. Alguna pareja que ha hecho una escapadita pero vuelve pronto a su hogar. Poco más. Y mucho menos lo que él buscaba, jovenes bonitas con hermosas cabelleras rubias y de cuellos blanquecinos, sedosos que acabarían desgarrados entre sus dientes.
Sin embargo tuvo suerte, una sí se había atrevido a desafiar la noche. Una bonita rubia de mirada desafiante y segura, que clavaba sus ojos en todo aquel que fuera capaz de sentirse superior a ella, porque nada la asustaba, y porque se sentía tan fuerte, había salido también a pelearse con esa noche, segura de su triunfo. Estaba segura porque había sufrido demasiado en la vida. Eso se notaba en su sonrisa agridulce, pero cuando ella pasaba nadie se fijaba en esa sonrisa, porque todo el esplendor lo tenía en sus ojos azules. Todos miraban sus ojos y decían “¡Qué chica más fuerte, nada la asusta!” Pero en esa sonrisa, se adivinaba la tristeza y la desazón de pensar “Será fuerte sólo para que no me hagan daño”.
Lo curioso es que esto suele funcionar y consigue engañar muy bien a los humanos. 
El vampiro la divisó desde su privilegiado lugar en el aire, desde donde todo se ve mejor y con mayor rapidez. Y la hermosa jóven, con una especie de sexto sentido, como si adivinara que algo había sobre su cabeza, algo malo, miró hacia arriba: Y lo que paso fue como un choque de planetas porque se chocaron los ojos azules de ambos, pues los dos eran lo mismo, ambos tenían un eclipse de sol en sus ojos. En fin, ambos eran dos seres fuertes con fragilidades en las entrañas. Y entonces… ¿quién era ahora el peligro para quién? Él quería su cuello y ella anhelaba sus ojos. Es que esos ojos…pero la joven era fuerte, y lo que es más, se sabía fuerte. Así que le mantuvo la mirada, y no le importaba que aquel ser pudiera matarla con la facilidad de quien da un chasquido de dedos. Y a él ella le dio miedo, porque la vio tan segura, que se sintió débil, muy débil, y pensó que aquella joven no podía ser humana, debía ser de otro planeta, debía tener un corazón distinto, no un corazón humano, pues los corazones humanos son débiles, tan flojos como el cristal. Pero vio sus labios delicados y en ellos vio dibujado lo que el resto del mundo no veía, esa sensibilidad ante el miedo y al dolor. Él ya la había agarrado por los hombros y aquella sonrisa le hizo sentirse más seguro, sin embargo la jóven no pudo evitar pegar un grito, demostrar su impotencia. 
Sin embargo, sin saber exactamente de donde, ella sacó fuerzas para agarrar su pelo. Se había visto ya ensangrentada y no sé si será verdad, pero dicen que en momentos de tanta tensión eres capaz de hacer cosas que no caben dentro de los límites de la realidad y a ella le debió pasar algo parecido, porque inmovilizó al vampiro, que a todas luces era mucho más fuerte que ella, con un soplido la hubiera podido matar. Y así como le tenía le susurró al oído con su sensual voz:
- Vampirito has cometido un error…
¿En qué historia cabría imaginarse lo que sucedió? La joven le besó con una pasión de mujer, con la certeza de una muerte próxima, sabiendo que la historia no debía ir por ahí, y aquello debía acabar mal…
- … no debiste dejar que te mirara a los ojos… ahora ya estoy enamorada y ese amor me va a matar sin que tu muerdas mis entrañas… pero también te matará a ti.
El vampiro la miró atónito, supo que la belleza de sus ojos eclipse de sol ahora eran cadenas en lagunas de fango, y que se estaba sumergiendo en ellas y le dio un pinchazo al corazón, un pinchazo de amor. Y, curiosamente, el vampiro no se asustó, aunque era la primera vez que sentía algo parecido, pero a pesar del miedo, le parecía algo tan bonito que se maldijo por no haberlo sentido antes. Y le dijo a lajoven
 - ¿Qué nos va a matar? ¿El amor? Si yo también me he dejado enamorar por tu frágil corazón, si los dos sentimos lo mismo… ¿qué nos ha de matar?
Parecía muy seguro, pero la joven estaba muy asustada, quizá porque ya no se sentía segura, pues se había dejado exponer al dolor y aquello le daba pánico. Pero no opuso resistencia cuando él la besó de nuevo, y tomándola en brazos, la alzó por los aires para llevarla a su mundo, un mundo de oscuridad y lleno de sombras siniestras, un mundo de recuerdos amargos que navegaban en las partículas del aire… Pero se produjo el milagro, y cuando la bella joven pisó su mundo, tocó su negro ataúd, y sonrió, las sombras y los recuerdos murieron, aunque la oscuridad seguía. La joven con su amor había vencido lo malo del vampiro… le había librado de sus cadenas… y el vampiro había entrado en el corazón de la joven que no sabía sentir porque le daba miedo.
En unos segundos cayeron el uno encima del otro e hicieron el amor hasta caer exhaustos, hasta liberar todo el deseo que se acumulaba en su interior. El vampiro repasó cada rincón de la piel de la joven con sus dedos, y paseó su lengua por cada milímetro de su piel, navegó en el océano de su vientre y se escondió en los valles de sus pechos… descubriendo su cuerpo de mujer, del mismo modo que con el primer beso había descubierto pasión de mujer. La joven se desarmaba en gemidos y creía estar en el cielo, cuando unas horas antes había creído estar en las sombras del infierno. Se deshacían uno en el otro; como volcanes en erupción, se acariciaban casi con dolor, con el miedo aún en los corazones por lo que había de venir, que aún no sabían muy bien lo que era. Pero era inevitable ese choque, esa pasión que desbordaba… el fuego que estaba saliendo de su cuerpo y quemaba sus pieles…
El alba empezó a despuntar, una tenue claridad asomaba, pe como aquella noche el resplandor de la luna había sido tan intenso, uno no acertaba a saber que línea separaba la claridad de la luna de la del sol. El vampiro miraba a través de la ventana. Ella dormía acurrucada en su pecho, con una respiración pausada y tranquila. Tenía que volver a su ataúd, esperar a la noche, y repudiar al día. Miró a la niña. ¿Cómo abandonarla? “Bueno, aún no es de día…”- pensó. La claridad era mayor por momentos, la noche se iba… De repente la joven despertó, como alertada por la luz, miró al vampiro…
 - ¿Qué haces? Ve a tu ataúd, se hace de día, ¡estás loco! ¿A qué esperas?- gritó ella, excitada, con un temor terrible.
Pero él la miró, languidecido, sonriendo sin sonreír, navegando una última vez en el eclipse de sus ojos. Acarició su pelo, su cara y susurró:
- Si me voy a mi ataúd, nunca volveremos a vernos, así que prefiero la muerte ahora mismo a la certeza de no verte nunca más y morir de tristeza…
La joven no entendía, Sus ojos se llenaron de lágrimas y su mirada perdió la fuerza. El sol salió y la joven lloró sobre el polvo que dejó el cuerpo del vampiro, polvo de muerto. Las lágrimas de la joven Eli que caían sobre el polvo del vampiro creaban chispas, el recuerdo del fuego de esa noche. Las sombras volvieron al mundo, los recuerdos llenaron de nuevo las partículas del aire. La joven Eli enloqueció de amor, y en su estado de enajenación, se atravesó el pecho con una estaca.
Y la sangre se derramó sobre el polvo. 
Dark Wolf

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